Ramón Crespo
Texto publicado en la Voz de Almería al 25 de Abril 2018
Decía Auden que “cualquier intento de escribir sobre personas o acontecimientos, por importantes que sean, con los que el poeta no tiene un fuerte vínculo personal está condenado al fracaso”. El rango de pintor equivale, aquí, al de poeta, por eso Paco de la Torre, un almeriense que vive en Valencia desde que marchara a estudiar Bellas Artes, hace más de 30 años, nos descubre en su pintura, pero también en sus investigaciones y ensayos, una Almería ya desaparecida o, en el mejor de los casos, inexplicablemente ignorada. En su obra la arquitectura del lugar guarda huellas e instantes de su propia biografía, el rastro y la mirada de la infancia y la juventud como nutrientes de eso que se llama inspiración que, en su caso, se alimenta de un paisaje, el almeriense. Y es que Paco de la Torre tampoco olvida aquella otra arquitectura sin arquitectos, clave en nuestra tradición que explica lo que hemos sido y lo que somos.
Su recuperación de Guillermo Langle, con la exposición y el volumen ‘El arquitecto invisible’, fue fundamental para reivindicar a uno de los personajes más
interesantes de la Almería del siglo XX y su arquitectura racionalista. Pero igualmente lo ha sido su trabajo sobre la figura de Carlos Pradal o su lectura de ‘Campos de Níjar’, la obra de
Goytisolo, de la que surgieron algunas pinturas icónicas de aquellas tierras almerienses, y más recientemente el acierto de recuperar a Roblescabrera, un descubrimiento a raíz de otro si
cabe mayor, ‘Hoango’, que presenta ahora en Almería.
Más que una exposición
La exposición, ‘Hoango, Episodio piloto’, que pueden visitar en la galería Arte 21, es mucho más que una exposición porque incluye, junto a los cuadros, el
manuscrito de un libro homónimo. El Hoango, una moderna sala de fiestas de principios de los años 70, es el pretexto para hilvanar desde una mirada crítica la trama de la cultura
almeriense con sus sombras y sus mitos. Para un adolescente, aquel lugar era lo prohibido, lo inaccesible. Y lo que ocurría detrás de la cortina roja, que separaba la vida anodina de su
interior, un misterio que alimentaba su imaginación, algo parecido a lo que siempre ha sido el arte.
Años después, los sueños del artista y los del padre convergen y se cristalizan en una imagen icónica ‘Pesadilla interior’, el cuadro central de esta exposición, una suerte de conclave imaginario donde se dan citan en ese exótico club, que terminó convirtiéndose en un local de alterne, algunos de los personajes de la historia de Almería – grotesca ironía- que moldearon la educación sentimental de nuestro artista y de tantos de nosotros: Juan Goytisolo, Carlos Pérez Siquier, John Lennon, que bien pudo conocer el Hoango, Manolita Chen, y los Urbina Carrera, Cassinello, Langle, Perceval o Roblescabrera, entre otros. Todos ellos reunidos en un gran lienzo que funciona como retrato generacional, con los artífices de la cultura de posguerra y de los años 60 y 70. En el cuadro, bajo una luz roja incandescente, Paco de la Torre sitúa a unos y a otros como si se tratara del gran teatro del mundo.
A los que perfilaron la imagen más moderna y avanzada, y a los correligionarios que contribuyeron a crear la más vulgar de la Almería que conocemos, la del desarrollo urbanístico y el feísmo de las construcciones en altura. En ese cuadro aparecen también retratados personajes de la Almería Indaliana, que tanto cuestiona el autor por su estrecha vinculación con los políticos de la época, pero cuándo, lamentablemente, no ha sido así. Y también otros como Juan Luis de la Rosa, o el polifacético Roblescabrera, de quién Paco de la Torre y Carmen Rubio han publicado recientemente un interesante estudio sobre su trayectoria artística, o Gázquez, uno de los músicos que tocaban en el Hoango.
Y es que todas las sociedades necesitan reconocerse en sus mitos, con sus héroes y sus villanos, y eso es lo que ha hecho Paco de la Torre, narrar la
historia de lo que aconteció en esa Almería moderna.
Los restantes cuadros de la exposición recrean el racionalismo de Langle, el del Antiguo Club de Mar, tristemente desaparecido, o el Delfín Verde, ahora
engullido por los bloques descomunales que cosen la fachada del Paseo Marítimo, y lo más kitsch, el Mesón Gitano, de Cassinello, símbolo del tipismo y la fiebre folclórica. Menos mal
que están ahí Carlos Pérez Siquier para recordarnos con su mirada esa otra Almería, y Goytisolo que perfila el mejor rostro de una provincia cuyo paisaje participa de la misma esencia de
sus habitantes, dando voz a los que no la tienen, o el mismo Paco de la Torre, descubriéndonos lo mejor de nuestro pasado artístico. Ellos son los que nos enseñan una ciudad más humana y
más bella, no lo olviden.
DOSSIER DE PRENSA
HOANGO
Episodio piloto
El nuevo proyecto de Paco de la Torre (Almería, 1965) parte de las incógnitas provocadas por una serie de dibujos realizados en el año 2010 donde el autor imaginó lo que acaecía en el interior de la sala de fiestas almeriense HOANGO cuando en su adolescencia, hacia finales de los años 70, pasaba frente a las cortinas rojas de su entrada.
En la exposición EPISODIO PILOTO (2018) se presentan la trama y los personajes principales que intervienen en el proyecto HOANGO a través de un conjunto de piezas pictóricas, la serie de 9 dibujos y el borrador de un libro.
La serie facsímil de dibujos que da origen al proyecto se presenta en una edición. Las nueve escenas responden a un proceso automático en el que las imágenes de la memoria fluyen desde el pasado hasta conformar complejas composiciones protagonizadas por mujeres desnudas con pistolas. El titulado Transportador 2-3-5 es el primero de la serie, y se presenta en una pintura de gran formato sobre papel.
En el cuadro Pesadilla interior (2018) se dan cita artistas, arquitectos, escritores y personajes populares de la noche almeriense que protagonizan este particular relato a lo largo del siglo XX. Un multitudinario retrato coral ambientado en el interior de Hoango, donde aparecen John Lennon, Juan Goytisolo, Carlos Pérez Siquier, Manolita Chen, Manolo Manzanilla, Guillermo Langle o Jesús de Perceval, entre otros.
Fachada adolescente (2018) representa el exterior de la sala de fiestas Hoango en el barrio del Zapillo una noche cualquiera de la década de los 70. El estilo orientalista de su decoración nos desvela la intencionalidad de sus creadores: convocar el erotismo del exotismo. También se incluye la serie en la que se recorren otros lugares significativos: el Club de Mar, Manolo Manzanilla, Delfín Verde, Mesón Gitano, Gran Hotel o galería Kaysa.
El libro Hoango (2018-) se presenta en estado de borrador, como una obra en curso y un proceso de investigación. A lo largo de más de doscientas páginas, De la Torre interroga su relación con el lugar natal desde las cortinas de HOANGO, para así comprender la sorprendente transformación que sufrió Almería en la década de los sesenta provocada por la irrupción de las industrias turística y cinematográfica o el desarrollismo bajo la dictadura franquista.
Paco de la Torre viene construyendo a lo largo de su trayectoria una particular autobiografía arquitectónica en la que se enfrenta a sus recuerdos mediante la elaboración de imágenes mentales en el medio pictórico. El desierto, la playa o la arquitectura mediterránea aportan una rica fuente iconografía, protagonista de sus metáforas más significativas. Hoango (2018) se insertaría en un ciclo que comenzó con El arquitecto invisible (2005) donde abordó su infancia en Almería y Humor vítreo (2008) dedicado a su juventud en Valencia, como habitante de un peculiar espacio arquitectónico.
TRAYECTORIA
Máster en Producción Artística y Doctor en Bellas Artes. Es profesor del Departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València y miembro del Centro de Investigación Arte y Entorno (CIAE). Ha publicado Figuración postconceptual (Fire Drill, 2012) y Pintura neometafísica (UPV, 2016) y coordinado publicaciones como Derivas de la nueva figuración madrileña y A través de la pintura (Fire Drill, 2013 y 2015). Desde 1987 ha participado en más de un centenar de exposiciones colectivas y ferias de arte, y realizado veintiséis exposiciones individuales. Entre las más recientes destacan: All will be (Galería Gala, Chicago, 2003), Tela de luz (Galería My Name’s Lolita Art, Madrid, 2004) o El arquitecto invisible (CAMA, Almería, 2005). Asimismo, ha intervenido como representante de la pintura neometafísica en exposiciones como Muelle de Levante (Valencia, 1994), Canción de la figuras (Madrid, 1999), Travesías (Valencia, 2014) o Arquitecturas pintadas (Berlin-Varsovia, 2017).
Becado por la Fundación Alfonso El Magnánimo de la Diputación de Valencia y por la Fundación Cañada Blanch, sus obras han sido reconocidas en varios museos y fundaciones como el Museo Reina Sofía o el Banco de España de Madrid, la Fundación Weissman de Los Ángeles, entre otros. En Almería, está representado en el museo de Almería y el museo Casa Ibáñez. Obtiene el premio Bancaixa en el 2001, y el Caja Sur en el 2003.
CLAVES ESTÉTICAS Y CONCEPTUALES
Paco de la Torre investiga en los procesos implicados en el nacimiento de la imagen y su representación plástica. En su obra trabaja sobre material procedente del inconsciente, explora los procesos de síntesis y abstracción propios del lenguaje onírico, investiga en las posibilidades del recuerdo como modelo, y experimenta con los mecanismos del pensamiento a través del automatismo. Concibe la pintura como un medio de representación de ideas expresadas de manera silente mediante el empleo de estrategias de resistencia basadas en recursos técnicos, poéticos y conceptuales.
La poesía –especialmente presente en sus trabajos sobre Las Soledades de Luis de Góngora– ha sido un referente decisivo en el empleo de tropos visuales orientado a potenciar las correspondencias y contrastes paradójicos en su pintura. También destaca su interés por las claves propuestas por los pintores renacentistas o las tesis de la Vanguardia histórica, donde encuentra líneas de investigación orientadas a la reformulación del concepto de figuración.
De la Torre configura el espacio pictórico mediante tácticas conciliadoras entre la concepción ilusionista y el lenguaje abstracto. En sus cuadros presenta simulacros escenográficos donde la iluminación se transforma en volumen y el color deviene objeto. El empleo de arquitecturas pintadas y construcciones arquitectónicas favorecen la formación de rizomas y bucles que paralizan el relato. Una figuración del límite que respondería, en gran medida, a arquetipos primitivos procedentes del imaginario del autor.